No estás destinado, estás programado

Con 7 años acompañé a mi madre a una tutoría con mi profesora del colegio.

 

“Mireia es muy aplicada con sus tareas”, comentó mi profesora. “Le gusta hacer las cosas a su manera y siempre participa en clase. Disfruta explicando la lección a aquellos que no la entendieron y le gusta organizar y liderar los grupos de trabajo.”

 

Las palabras de mi tutora me hicieron sentir muy orgullosa. Yo sabía el cariño que ella me tenía. Sin embargo, mi madre me mostró su desaprobación con una mirada que se me quedó clavada.
Esa era la señal con la que me decía “¿qué voy a hacer contigo?”
Entendí que me estaba equivocando en algo, pero aun no sabía en qué.

 

Al terminar la tutoría me agarro de la mano y me dijo. “Mireia, a los niños no les gustan las niñas mandonas. ¿Cómo pretendes hacer amigos así?

 

Me entró un miedo terrible por el cuerpo. Me quedaría sola. Nadie querría estar conmigo, ni hablar conmigo. Y la culpa sería sólo mía.
Ese día tomé una decisión. Nunca más alzaría mi voz por encima de la del resto. No volvería a tomar el mando, ni proponer una idea. Ya no correría riesgos llevando la contraía a nadie, no fuera que se volviera en mi contra. Mejor pasar desapercibida que ser señalada. O peor aun, ridiculizada.

 

 

Durante años negué mi poder personal, se lo entregué a los demás. Intenté por todos los medios ser y hacer aquello que se esperaba de mi para obtener la atención y el cariño de las personas que me rodeaban. Sin embargo, mi alma cada vez se sentía más confundida, dolida y frustrada. No terminaba de alcanzar las metas que me proponía porque el miedo y mi baja autoestima me paralizaban una vez tras otra.

 

Por suerte, nunca cesé en mi sueño de ser actriz. El teatro me salvó literalmente la vida. Las artes escénicas me ayudaron a conocerme y reconocerme. Vive un proceso de autoconocimiento y desarrollo personal brutal. Porque para meterme en la piel de otros personajes tuve antes que atreverme a entrar y sentir mi propia piel. A enfrentarme a mis emociones, mis miedos e inseguridades. Y todo ello lejos de debilitarme, me convirtió en la mujer fuerte, segura y sociable que soy hoy en día.
De vez en cuando, el miedo, la inseguridad o la falta de confianza vuelven a visitarme. Pero ahora cuento con las herramientas necesarias para dejarlas a través en pocos minutos.

 

El secreto está en trabajar la MENTALIDAD adecuada, para instalar las creencias adecuadas. En acallar ese ruido constante de tu mente y conectar con tu CUERPO para poder estar en el momento presente. Solo así podrás poner tu mente y tus pensamientos al servicio de tus anhelos.

 

 

En este enlace, te dejo un podcast gratuito de 20 minutos en el que te explico cómo identificar y modificar esas creencias limitantes para eliminarlas en 7 sencillos pasos.

 

Regalo “podcast”

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