? Tu mente esta programada para evitar el dolor y buscar el placer.
Si aún no te has dado cuenta, todos tenemos un diálogo interno y constante con nuestra mente. A diario, y sin saberlo, le mandamos mensajes a nuestra mente sobre las cosas que no nos gustan y queremos evitar.
Es por eso que, cuando nos toca ir al gimnasio, siempre aparecen ‘’impedimentos’’ de última hora que nos hacen postergar el entrenamiento para el día siguiente.
En realidad, no son impedimentos, somos nosotros mismos que le hemos enviado pensamientos a nuestra mente de que no queremos ir.
¿Y qué crees que hace la mente?
Nos protege, buscando excusas de última hora haciéndonos creer que estamos ‘’demasiados cansados’’ o que ya es ‘’un poco tarde’’ y mejor lo dejamos para mañana, y así aparecen 1002 excusas disfrazadas de pretextos.
¿Resultado?
Pues postergamos esa tarea que no queremos hacer. En ese caso, la mente está haciendo su ‘’trabajo’’, protegiéndonos del dolor, y facilitándonos el placer. La mente humana es tan poderosa que es capaz hasta de provocarte una condición física para que no tengas que dar esa presentación en el trabajo o ir a esa entrevista que te da pánico.
Si te pones a analizar un poco, quizás recuerdes algún que otro momento donde esto se haya manifestado en tu vida. ¿Te ha pasado alguna vez que tienes que ir a una entrevista de trabajo para una posición que realmente no deseas y de repente te pierdes en el camino? ¿O te da un dolor de estómago y te tienes que ir?
¿Qué podemos hacer para mandarle los mensajes ‘’correctos’’ a nuestra mente?
En primer lugar debemos ser muy cuidadosos con las palabras y los verbos que nos decimos a nosotros mismos.
Si nos decimos que ‘’tenemos’’ que hacer algo, la mente va a interpretar que es algo que no deseamos hacer y va a hacer ‘’todo’’ lo posible porque eso NO ocurra.
Ejemplo: Mañana tengo que limpiar el coche, ¡qué pereza! En ese momento, tu mente dirá: ‘’¡déjamelo a mí! y lo más probable es que ese día te levantes con dolor de espalda.
Para aprender a comunicarte con tu mente y convertirla en tu aliada y no en tu protectora, necesitas decir las palabras y las frases correctas.
Sigamos con el ejemplo de lavar el coche.
Supongamos que es una actividad que no te gusta hacer pero que es necesaria.
En definitiva, nadie quiere conducir un coche sucio y que huela mal ¿verdad?
Entonces, lo que haremos es cambiar el diálogo, diciéndonos: ‘’Mañana en la mañana iré feliz a lavar mi coche, porque me encanta tener un coche limpio y que huela bien’’.
Puedes añadir tantas frases como quieras, modificando tus pensamientos y haciendo un esfuerzo para ‘’engañar’’ a tu mente y que crea que es una actividad que disfrutas hacer. Utilizar verbos como: yo elijo, yo decido por voluntad propia, o disfruto hacer esto o aquello, te pueden ayudar a realizar esa tarea que no está en tu lista de ‘’favoritas’’.
Ahora bien, debes saber que esto es un proceso de cambio, y no porque lo hagas una o dos veces, vas a poder ‘engañar tan fácil a tu mente. Ella está acostumbrada a ciertas cosas que ya sabe que a ti no te gustan, por eso intentará ponerte una trampa, y asegurarse que en realidad quieres hacerlo.
Me explico.
Tu mente ya sabe que a ti no te gusta lavar el coche porque te lo has repetido en incontables ocasiones. Así que, quizás cuando le digas que disfrutas o estás eligiendo hacerlo, escucharás esa voz que todos tenemos dentro que te preguntarás:
¿Estás seguro?
¿En verdad quieres hacerlo?
¿Por qué mejor no lo dejas para mañana?
Y es entonces, consciente de que es algo que definitivamente necesitas hacer, responderás de manera firme:
Sí, ¡yo lo quiero hacer! y lo haces.